Después de cinco ediciones en Latinoamérica, la Copa del Mundo aterrizó en Europa, siendo la sede elegida Yugoslavia, un país con un baloncesto en plena eferversencia, como bien demostraría en el torneo. A los anfitriones, liderados en el parqué por el pívot Cosic, les sobró una jornada para alzarse campeones. Lo hicieron tras ganar a los Estados Unidos (70-63) en un Palacio de Tívoli en Ljubljana, en plena ebullición, con 14.000 espectadores en sus gradas