A finales de los 40 la FIBA se dio cuenta de que el Mundial de fútbol estaba resultando una gran idea para promocionar su deporte, así es que decidió hacer lo mismo. Argentina fue escogida como primera sede porque Europa estaba todavía en reconstrucción después de la Segunda Guerra Mundial, y su selección aprovechó la ocasión para ser el primer campeón de la competición, superando a los Estados Unidos al final plata, en el decisivo partido que decidió el Oro